Publicado por La Estampa Digital, Calcografía Nacional
Impreso en Stoneman Graphics y Calcografía Nacional
50 x 50 cm
Caja elaborada por Factum Arte
Edición de 25 y 5 PA
Texto de Bruno Latour
The Language of Things
Serie de 14 estampas realizadas mediante una impresión múltiple de planchas grabadas a la fotoaguatinta con punta seca, colocadas en una caja solander. Producidas en una edición de veinticinco juegos, firmados y numerados de 1 a 25 por el artista, con cinco juegos adicionales de pruebas numeradas PA1 a PA5, con texto encargado a Bruno Latour.
Estas catorce estampas han evolucionado a partir de una serie de fotografías tomadas por Manuel Franquelo en su estudio, con una cámara Kodak 9x12cm utilizando una película Polaroid. Cada imagen está impresa en chine collé, utilizando papel japonés y Velin Arches de 400gsm, de dos planchas, en dos negros diferentes. El artista escaneó las fotografías originales y las manipuló posteriormente.
Las imágenes digitales obtenidas se grabaron en planchas de cobre a la fotoaguatinta por Hugh Stoneman en Stoneman Graphics, Cornualles. Un segundo juego de planchas las grabó directamente el artista, utilizando punta seca y una variedad de técnicas abrasivas. Las siete imágenes recortadas se imprimieron del mismo juego de planchas, con zonas decapadas según instrucciones del artista. Hugh Stoneman y Carmen Coral realizaron las pruebas en la Calcografía Nacional, Madrid. La edición se imprimió en Stoneman Graphics, realizada por Hugh Stoneman y Mike Ward.
Publicadas en 2002 por Estampa Digital, C/Hilarión Eslava, Madrid
Tipografía y elaboración de cajas por Jess Ahmon en Factum Arte, Londres
Impresión letra imprenta por Rob Hadrill en Book Works, Londres
Il Ritratto, de Bruno Latour
The Language of Things. El lenguaje de las Cosas. Esto es lo que está escrito en la portada. Las cosas pueden tener un lenguaje, pero el autor es un hombre de muy pocas palabras. Este es uno de sus rasgos característicos; no muchas palabras sobre las cosas mudas, sino un artista silencioso que deja que las cosas hablen por sí solas, siempre y cuando los espectadores permitan que se dirijan a ellos y se les hable. Sí, una combinación poco frecuente. ¿Pero qué cosas y en qué lenguaje?
Esas máquinas rotas, libros extraños, revistas arrugadas, enchufes, bolas suspendidas en el aire, rosarios e incluso un pájaro disecado encima de unas cajas indescriptibles parecen bastante corrientes. Aunque hayan podido ser juntadas al azar, su disposición se ha vuelto necesaria, ¿Por qué? Porque no han sido colocadas como un mero contexto para el virtuosismo, como si el artista- el fotógrafo, el grabador, el impresor- estuviera haciendo todo el discurso. Han pasado a ser necesarias porque, cualesquiera que fueran las razones que las juntaron en el taller, están ofreciendo algo más que su forma, una sustancia tan rara en el arte que el espectador no sabe cómo referirla: textura puede ser una palabra. Estamos acostumbrados a escuchar el lenguaje superficial de las cosas – eso es la forma- ¿pero cómo aprendemos a volvernos poco a poco sensibles a lo que tienen que decir en el lenguaje de la textura? La forma es lo obvio; la textura es invisible. Una forma puede ser nítida o borrosa, definida o imprecisa, o revelada u oculta. Una textura, no.
Mire aquí, si tiene la suerte de hojear tranquilamente estas catorce estampas. La imagen es tan nítida que se pueden vislumbrar las caras de los adolescentes a través del alambrado de púas de algún campamento en una página de ABC o de Lindberg de un número arrugado de El País. Y aun así, la claridad no es la meta. Los bordes nítidos pueden ser necesarios como un plus adicional pero no como una finalidad. La textura es diferente. Arañazos, marcas, manchas son necesarias para conseguir el despliegue completo de la cosa que ya no está enfocada ni desenfocada. Existe una palabra para enfoque y para desenfoque, pero ninguna para textura y para fuera de textura. La forma es vertical, la textura, por decirlo de alguna manera, interna. Un nuevo vocabulario pictórico y material está aquí trabajando para traducir el lenguaje de la forma al de la textura. Por ejemplo las siete estampas más grandes están manchadas por las marcas explícitas utilizadas para reenmarcar las siete más pequeñas. ¿Como se podría mostrar mejor que la forma no es la finalidad, sino que otro modo de expresión está en funcionamiento aquí, para demostrar la manera en que las cosas nos alcanzan? Como si la forma fuera sólo un trozo, un corte vertical en el despliegue lateral y transversal de las cosas. Lo que Einstein podría haber llamado “el molusco de referencia”. Mostrando no una forma con bordes sino más bien un despliegue de materias siendo transformadas
Si, ciertamente, otra manera de hacer que las cosas hablen.
¿Qué más revelador que las ondículas producidas por los pequeños defectos en el proceso del chine collé? Como si estuviera capturando no solo la forma sino también el movimiento de las cosas de un medio al siguiente. Esto es lo que es tan extraño en el uso de la fotografía. Las imágenes se parecen a los cuadros de Franquelo, no porque ambos se interesen en las formas, sino porque a través de una proeza técnica hasta la fotografía puede expresar el lenguaje de la textura. Científicos en sus laboratorios, han encontrado muchas maneras de hacer que las cosas tengan un lenguaje. Técnicos e ingenieros también: han descubierto muchas maneras para que las cosas desplieguen sus transformaciones materiales. Pero los artistas, a menudo demasiado obsesionados por el lenguaje de la forma – las imágenes para ellos tienen que ser borradas, negadas, veladas, crucificadas, destruidas – se han quedado un poco detrás de los científicos y los ingenieros. En esta impresionante colección de estampas, como en el trabajo realizado en imágenes digitales, Manuel Franquelo y sus amigos están poniéndose al día: ellos también están urdiendo, en el estudio/taller, medios, artefactos, instrumentos, un cuasi-laboratorio en el que la textura plena de las cosas puede otra vez desplegarse por medio de la transformación material de la impresión.
El lenguaje de la textura puede oírse de nuevo sobre el lenguaje superficial de la forma. ¿Somos capaces de oírlo? Ha habido una ocasional y ahora aburrida disputa entre iconófilo e iconoclastas. ¿Pero qué tipo de arte podemos esperar si empezamos a explorar la oposición entre los amantes de texturas en las imágenes y aquellos que no pueden ver su importancia?
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