Fotografías Persas 1912 - 1914

de Alexander Iyas

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John Tchalenko, en calidad de ingeniero sísmico, viajó a Irán tras el terremoto devastador de 1968 y fue cuando por primera vez se topó con la figura de Alexander Iyas, el cónsul del Zar en Persia. Ya de vuelta en Londres, investigando sobre los archivos secretos y confidenciales del Ministerio de Asuntos Exteriores “Secret & Confidential Foreign Office archive“, descubrió información sobre Iyas, en concreto sobre su asesinato prematuro, lo que le hizo caer en la cuenta que Iyas había sido tío abuelo suyo. Afortunadamente, las sobrinas de Iyas en Finlandia habían cuidado de las pertenencias de Iyas, incluyendo la colección de sus delicados negativos de nitrato, algunos de los cuales se encontraron junto al cadáver de un oficial turco, muerto en la batalla de Tabriz en enero de 1915. Este archivo se donó al museo Finlandés de Fotografía de Helsinki. 

Estas copias se han obtenido a partir de los negativos originales, utilizando una mezcla de nuevas tecnologías e impresión tradicional de goma bicromada. Los negativos fueron digitalizados en Helsinki por Virve Laustela y los archivos se enviaron a Boris Savelev en Moscú.

Boris Savelev trabajó con la información digital, preparando un archivo para su impresión digital y 3 negativos de diferente densidad, para ser imprimidos sobre la base digital en tres tonos, un sepia, un negro cálido y un negro frío. En cada de una de las fases del proceso, el registro fue crucial; el borde de cada copia, fuera de la zona de la imagen, permite ver claramente, el método de registro e impresión.

El papel en el que se imprimieron las imágenes es un Two Rivers hecho a mano, producido especialmente para el 200 aniversario de la Royal Watercolour Society, encargado a John Purcell Paper, de Londres y lleva una marca al agua especial.

Kevaln Haslon y Adam Lowe imprimieron las copias digitales en Factum Arte, Madrid, en impresora Epson de cabezal plano modificada, mientras que Boris Savelev y Juri Glagoteva realizaron la impresión de goma bicromada en Moscú.

La elaboración de la caja, el gofrado y el montaje, lo realizó Rob Hadrill en Book Works, Londres.

Nuestro agradecimiento a Asko Makela, director del Museo de Fotografía Finlandés, por su ayuda en todas las fases del desarrollo de esta publicación.

Publicado en 2006 en una edición de 15 juegos de 12 imágenes. Estos juegos están numerados I - XV en números romanos. Además, hay tres juegos de pruebas numerados PPI, PPII y PPIII

Cada impresión en esta edición está rubricada utilizando un sello que perteneció al mismo Alexander Iyas.

Alexander Iyas, de ascendencia finlandesa, nació el 27 de septiembre de 1869 en una pequeña ciudad costera de Lovisa en Finlandia, entonces parte del imperio ruso. Aunque su familia era de recursos modestos - el padre de Alexander era sastre - y sin conexiones aristocráticas, Alexander asistió a la Academia de cadetes oficiales en Haminia, donde se graduó y pasó a formar parte del Regimiento Lituano de la Guardia del zar en Varsovia. En 1898, tras tres años en la sección de Lenguas Orientales del Ministerio de Asuntos Exteriores de San Petersburgo, fue nombrado Capitán Staff con el 2º cuerpo del ejército del Turkestán en Ashkhabad. Por entonces ya hablaba con fluidez los idiomas afganos Urdu y Pashtu y, como subraya el famosos estudioso de historia persa, Vladimir Minorsky, "no solamente hablaba persa, sino que también lo escribía de forma impecable; ... y, lo que resulta todavía más extraordinario para un europeo, escribía con una excelente caligrafía persa". De este periodo datan las primeras fotografías que se conocen de la vida nómada y de los comerciantes y mercaderes en Ashkhabad, Tashkent y los Pamirs.

En marzo de 1901 Iyas fue destinado por primera vez al noreste de Persia como responsable de la Unidad de Protección Antiplagas. Estuvo apostado con la Brigada Cosaca de 22 hombres en la pequeña ciudad de Turbat-i Haydari, donde su tarea consistía en inspeccionar las caravanas comerciales que venían del sur y que podían estar introduciendo la peste bubónica en Rusia. Los británicos, no obstante, estaban convencidos que este nombramiento era una mera estratagema para expandir el dominio de Rusia hacia el sur, en una región que ellos -los británicos- consideraban como suya. Por esa razón, se abrió un consulado británico en Turbat, cuya misión principal consistía en informar semanalmente sobre Iyas, y durante 3 años la pequeña ciudad olvidada al borde del desierto de Lut albergó a dos europeos que se ignoraban mutua y totalmente. Entonces, en mayo 1904, El Cónsul de su Británica Majestad, Capitán C.B. Winter, anotó: “El 24 cenamos con el capitán Yass (sic), que nos trató muy bien, y nos mantuvo en pie hasta la media noche, y después insistió en acompañarnos a casa, donde nos tomamos unos whiskeys con soda y hablamos durante otra hora más”. De esta manera, el Gran Juego, como se llegó a llamar la rivalidad entre Gran Bretaña y Rusia por la dominación de Asia Central, se jugó sobre el terreno entre los respectivos enviados. Durante los siguientes 8 años Iyas elaboró un directorio geográfico de la región, documentando fotográficamente su entorno, esperando en estado de casi desesperación su traslado. Adquirió una nueva cámara Kodak Panoram con la que tomó varias fotografías súper anchas de 150 grados de sí mismo de pie en el centro de su escolta cosaca.

Cuando finalmente recibió su orden de traslado en 1912, fue para el Azerbaiyán persa, cerca de la frontera turca, para inaugurar el recién creado puesto de cónsul en la ciudad de Soujbulak. Por entonces, el Acuerdo Anglo-Ruso de 1907 había, por lo menos sobre el papel, terminado con el Gran Juego y oficialmente asignado esta región mayoritariamente kurda a “la zona de influencia rusa”, un eufemismo para un muy a menudo brutal gobierno militar, político y económico. Dos rusos estaban, no obstante, opuestos totalmente a este enfoque imperialista extremo: Vladimir Minorsky, diplomático y asesor político del ministro de Asuntos Exteriores, radicado primero en Tabriz y luego en Constantinopla, y Alexander Iyas. Ambos hablaban con fluidez en dialecto turco Kurmanji, estaban apasionadamente interesados en la historia socio-cultural de la región y convencidos que la única manera de evitar que Turquía invadiera militarmente, era fomentar una negociación pacífica entre las tribus kurdas beligerantes y hacer cumplir un trato justo para con la población local por parte de una a menudo corrupta administración persa. En algunos extraordinarios informes del ministerio en San Petersburgo, Iyas describía en fascinante detalle sus viajes a las montañas que bordeaban Turquía para solucionar disputas tribales. Afortunadamente para nosotros, siempre llevaba sus cámaras con él, fotografiando a la gente, lugares y eventos con los que se encontraba, y a veces, su propia presencia en estos acontecimientos. La fotografía parecía ser para él un asunto particular, adjuntando en muy escasas ocasiones imágenes a sus informes, aunque a menudo imprimía postales para saludar a su madre y hermana en Finlandia.

Cuando estalló la primera guerra mundial en Europa y Turquía se puso al lado de Alemania contra Rusia, la situación de las provincias kurdas del Azerbaiyán persa se volvió cada vez más explosiva. En noviembre de 1914, tropas turcas cruzaron la frontera para unirse a los bandos kurdos y tomaron Soujbulak el 3 de diciembre. Iyas, ya por entonces teniente, se retiró con los pocos rusos y cosacos persas bajo su mando a la cercana ciudad de Mianduab. El 29, cuando los turcos y un números cada vez mayor de miembros de tribus kurdas se preparaban para atacar de nuevo, Iyas ordenó una retirada general de sus fuerzas, pero él mismo volvió a rescatar algunos objetos de la casa donde había estado residiendo temporalmente. Ahí le dispararon, decapitaron, e hicieron desfilar su cabeza clavada sobre una lanza a la cabeza del ejercito irregular que avanzaba hacia el norte para tomar la capital de provincia, Tabriz. El general Myshlayevsky, jefe del ejército caucásico, entró en pánico y ordenó una retirada de todas las tropas rusas del Azerbaiyán persa. Pero menos de tres semanas después, se recuperó Tabriz, y después de la batalla de Sufian, el icono portátil de Iyas, su sello de lacre, algunas medallas y negativos fotográficos fueron hallados encima de un oficial turco muerto. Todo esto fue entregado finalmente a su hermana en Lovisa, guardado en una maleta, y a medida que pasaron los años, olvidado.

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