Tablas de la Luna

Leonor Serrano Rivas
'Natural Magic', Museo Reina Sofía
21 septiembre 2022 - 27 febrero 2023
2022

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El Museo Reina Sofía ha colaborado con Factum Arte en la creación de los tejidos incluidos en la exposición individual de Leonor Serrano Rivas 'Magia Natural', programada en el museo del 21 de septiembre de 2022 al 27 de febrero de 2023. Tablas de la Luna es una instalación textil que toma su nombre de las Tablas del Movimiento de la Luna de Ernest W. Brown (1919), quien intentó sintetizar los movimientos y rotaciones de la luna en tablas matemáticas.

La serie de tapices fue concebida por la artista al observar la similitud entre las tarjetas perforadas utilizadas en música y las que se emplean para hacer funcionar los telares Jacquard. Las tarjetas perforadas transforman la información en órdenes sencillas. Estas instrucciones se representan mediante la presencia o ausencia de agujeros en posiciones predefinidas sobre un trozo de papel rígido. Serrano Rivas quería convertir el audio del vídeo musical The sun is counting the earth's rotations (en la exposición) en un formato que pudiera convertirse en una tarjeta perforada y luego rematerializarse como un tapiz de jacquard, traduciendo así la música en tejido.

Este proyecto experimental necesitó unos nueve meses de trabajo para idear y probar diversas soluciones, superando retos tanto técnicos como mecánicos. La artista, en colaboración con el artesano Javier Sáez e Isabel Fernández, responsable de la sección de Textiles de Factum Arte, trabajó para encontrar formas de mediar la naturaleza etérea de la música y el sonido en una estructura ordenada y ortogonal de tejido.

Transformar el sonido en tejido

La artista trabajó directamente con el compositor musical para transformar la partitura en un formato compatible con el sistema utilizado en las tarjetas perforadas de pianola, extrayendo y visualizando el sonido de cada instrumento por separado. A continuación, trabajó para transferir el código a una tarjeta perforada del telar Jacquard. Como los dos sistemas comparten el uso de un código binario (0 y 1, ausencia y presencia), fue posible establecer una base de trabajo común, aunque con dos problemas importantes que resolver: el hecho de que las tarjetas perforadas ya no se utilizan en los telares Jacquard, sustituidas por una codificación digital más avanzada, y que el sistema de lectura de las tarjetas de telar difiere de la lectura secuencial de una partitura. 

Primeras pruebas de adaptación del código de tarjetas perforadas a una partitura secuencial © Vives y Marí

Como las tarjetas perforadas están pensadas para ser leídas verticalmente, yendo de arriba a abajo de cada columna antes de pasar a la siguiente, el principal reto era idear una forma de trasladar la lectura musical horizontal y secuencial a un juego de tarjetas perforadas. Varias conversaciones y experimentos inspiradores a lo largo de los meses siguientes condujeron finalmente a la creación de un conjunto de tarjetas digitales de telar perforado que convertían la música en un formato compatible con el textil. Cada tarjeta se tejería con la melodía de cuatro instrumentos distintos, representados por cuatro tramas y ligamentos de acordes de colores diferentes.

El equipo descubrió que, si no se escalaba adecuadamente, el dibujo final sería difícil de ver sin la ayuda de una lupa. Con la ayuda de Blanca Nieto e Isabel Fernández de Factum Arte, el artista y la tejedora empezaron a estudiar la forma de escalar adecuadamente la partitura de tarjetas perforadas a un formato de archivo digital para un telar Jacquard moderno, de modo que el diseño final pudiera ser apreciado por los visitantes al entrar en la sala. Cada punto formado a partir de la tarjeta perforada se multiplicó por 160, ya que cada punto de la ligadura representaba 160 hilos del tejido. El cuadro de composición del tejido daba como resultado 4800 agujas (160x30=4800).

Primera prueba de tejido © Vives y Marí

Como las obras finales fueron concebidas para ser colocadas en el suelo de la Sala de Protocolo del Museo Reina Sofía, se creó una segunda capa de tela para sostener y fijar las zonas en las que la trama era demasiado escasa y frágil. La decisión del artista de cómo exponer la obra determinó la búsqueda de materiales y estructuras de base lo suficientemente resistentes como para soportar el paso de los visitantes durante la exposición, y acabó añadiendo otra capa de interés e información a las obras finales. 

Tejiendo música

Mientras tanto, la artista siguió desarrollando y enriqueciendo la obra base para los archivos finales de tejido digital, gracias a su conocimiento del medio textil. Los doce selectores de trama se convirtieron en verdaderos instrumentos musicales diferentes que componían la melodía de tejido sobre la trama. Al construir el lienzo, este proceso acaba mostrando la posición de cada instrumento dentro de su espacio textil y refleja la duración de los distintos sonidos de forma gráfica, pero intuitiva. A través de sus superposiciones y paralelismos, contrastes y oposiciones, el tapiz adquirió riqueza y entidad.

El proceso de elección de los colores de los tapices finales también influyó en la textura del tapiz. El artista decidió añadir también las frecuencias sonoras de la música digital como un sutil dibujo en el mismo color que el tejido de base, una oportunidad que Javier Sáez convirtió en el desarrollo de un dibujo similar a un damasco. Este sutil relieve sobre el fondo se percibirá de diferentes maneras dependiendo de la luz que incida sobre la pieza a lo largo del día y si se expone en una habitación con luz natural, añadiendo otra capa de profundidad, dinamismo y complejidad a la pieza.

Las visualizaciones de frecuencias inspiraron a la artista para añadirlas al diseño general © Factum Arte

Detalles del reverso del tejido © Adam Lowe

Gracias a la variedad de colores disponibles, cuando se eligió el tipo definitivo de hilos, se decidió finalmente que los cuatro tapices finales se tejerían en cuatro colores diferentes, sobre los que cada instrumento se mostraría en un color distinto.

La instalación se completó tras una visita a un telar Jacquard que funcionaba con tarjetas perforadas, lo que inspiró a la artista para crear tarjetas perforadas físicas de la partitura que se mediaron en tela en la sala de exposiciones.

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