La obra de Michael Kagan, residente en Brooklyn, está llena de contradicciones. Sus óleos ponen de manifiesto la tensión entre la calidad de instantánea de los instantes congelados de un movimiento explosivo - como el lanzamiento de un cohete - y el lento proceso de la pintura. También hay un elemento de lo inesperado en el examen minucioso de sus obras; cuando el espectador se acerca a lo que parece ser una pintura representativa, la superficie se disuelve en una composición abstracta de pinceladas agresivas. Kagan cree que un cuadro es perfecto "cuando puede deshacerse o recomponerse dependiendo de cómo leas la imagen y también de lo cerca que estés".

Con Factum Arte, Kagan comenzó a explorar la escultura como medio en 2021.